María recibió el anuncio más grande de la historia. El arcángel Gabriel se le apareció y le dijo que Dios la había elegido para ser la madre de su Hijo. Ella, en lugar de dejarse llevar por el miedo o la duda, dio una respuesta que marcó la historia de la humanidad: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Con ese "sí", María se entregó por completo al plan de Dios, aceptando una misión que no sería fácil, pero que lo valía todo.
"El mundo entero esperaba la respuesta de María", dijo San Bernardo, porque en ese momento, la humanidad estaba en sus manos, esperando su "sí" para que Dios pudiera hacerse hombre. Ese "sí" fue un regalo para todos nosotros. María nos enseña que nuestro acto de fe y entrega no solo nos afecta a nosotros, sino que podemos ser herramientas para que Dios obre en quienes nos rodean.
Como decía San Josemaría Escrivá: "La Virgen no se limitó a pronunciar su fiat; en todo momento cumplió esa decisión firme e irrevocable. Nosotros también." María nos enseña que decir "sí" a Dios no es un acto aislado, sino un compromiso constante.
Debemos recordar este día porque marcó el inicio de nuestra salvación. Fue el momento en el que Dios, por amor, puso en marcha su plan para salvarnos. La Anunciación es el día en que el Verbo se hizo carne en el vientre de María. Es un día para agradecer y reflexionar: así como Dios le propuso a María una misión, también nos llama a cada uno de nosotros. ¿Qué respuesta le estamos dando? ¿Nos atrevemos a decir "sí" con la misma confianza y entrega con la que ella lo hizo?